miércoles, 19 de noviembre de 2014

EDIPO .NET: CONEXIÓN FÍSICA Y LÓGICA DEL PODER POR MEDIO DE LA RED


Por: Aldo Vergara García*


El contexto bajo el cual nos tenemos que desenvolver como sociedad, como masa en movimiento, hace cuestionarnos hoy más que nunca la relación que tenemos con la tecnología y la forma en que se ejerce el poder por medio de ella.

La tecnología ha pasado de ser un lujo para convertirse en una necesidad, muchas veces prioritaria para la percepción de bienestar, de crecimiento, de civilización.

En concreto el internet, el ciberespacio, esa extensión de nuestro sique convertido en realidad virtual que afecta de igual manera nuestra realidad física, ha formado parte de nuestra cotidianidad. Para algunos, toda su vida, para otros gran parte de ella y para muchos otros se ha convertido en el nuevo paradigma a descifrar. Este mundo alterno se encuentra dominado por empresas como Google, Facebook, Apple, Microsoft, empresas que se convierten en el ejecutor de nuestros deseos adquiridos a costa de nuestra intimidad, regalando nuestra identidad. Por ello no podemos soslayar la imperante necesidad de no ser un analfabeta ante esta nueva forma de control social que llamamos internet. El nuevo Edipo de nuestra generación.



Es por ello que el internet como contexto complementario al desenvolvimiento social, por lo menos en nuestro país, es un espacio ajeno al control gubernamental, a pesar de que esta afirmación se situé en el discurso del deber ser. Dicha naturaleza “libre de Estado”, de control, discriminación, filtros y supervisión es la génesis del internet. Convirtiéndose en la principal herramienta para la organización social ante temas públicos, de defensa de derechos, para la crítica política y un poder dicotómico ante la información oficial proveniente de los medios tradicionales que se ven subordinados al poder y control estatal.

Por tanto la expansión global de los medios electrónicos de comunicación, internet uno de ellos, permite la interacción entre mayor número de personas, culturas, comunidades y grupos sociales, convirtiéndose por corolario en el medio idóneo para la expresión, y como catalizador de movimientos sociales.

Así, la aceptación general es que el internet es una herramienta para el desarrollo, una herramienta para la crítica social y para ejercer derechos fundamentales, al igual que un eje de movimiento para la globalización cultural.

Sin embargo esa trascendencia del saber libre, conlleva la conversión potencial a una herramienta de control político, social, educativo, cultural y personal. Esta virtual perdida de la “libertad” cibernética potencializa el panóptismo, pasando de una arquitectura física a una arquitectura moral, donde la fantasía prismática de vigilancia se vuelve tan real y constante que se convierte en imprescindible para el desarrollo normal de nuestras vidas.

Por ello queremos señalar con base a los argumentos de Foucault sobre el biopoder, la vigilancia y el control, como el poder político investido bajo los medios de comunicación electrónicos se transforma en el Edipo de nuestra nueva sociedad cibernética, donde el saber tiránico de las elites se convierte en el dios de los internautas.

INTERNET: EL NUEVO DIOS DEL SABER Y EL CONTROL

El internet se transforma día con día en el Edipo temido, en la combinación del saber y poder que no permite la confrontación, legitimidad que ha ganado con el paso del tiempo y concluye en la creación de verdades generales. Este ejercicio del saber tiránico revolucionado involucra sujetos que ejercen el poder a espaldas del conocimiento, a espaldas de una democratización del saber, que si bien interactúa con el pueblo, no permite su libertad ya que teme causar una verdad contrapuesta a la del Estado-empresa.

Sin embargo, a diferencia del Edipo clásico, y el retomado por Foucault, nuestro Edipo carece de frontera de poder y saber, no llega a tornarse inútil, al contrario, aparente una retribución del saber de la población y desconoce al oráculo, pero solo en apariencia, porque el oráculo es él mismo.

Esta lucha de instintos, como señala Foucault (1999), para la creación de conocimiento, es la manifestación directa de que estamos ante un dispositivo,  consideración que nos impide abordar el estudio del nuevo Edipo desde la perspectiva filosófica, teniendo que ser puramente político. (Foucault, 1999, p. 11).

El biopoder efectuado por el internet, sigue la perpetuidad de un saber holístico, de la revaloración de la verdad con base, no a un grupo determinado, al conjunto de posiciones estratégicas y luchas conjuntas, por ello “no hay modelo de verdad que no remita a un tipo de poder, ni saber, ni siquiera ciencia, que no exprese o implique un acto un poder que se ejerce” (Deleuze, 1998, p.65). Convirtiendo al internet en nuestro dios, por ser creado a semejanza nuestra, de nuestras pretensiones, ambiciones, sueños y utopías, es la victoria de nuestros sueños o pesadillas.

Ahora el biopoder, después de haber conquistado el modelo disciplinario sobre la vida y el cuerpo como objeto de readaptación, se proyecta al último bastión individualizador del ser humano, la conciencia, al eliminar la privacidad de nuestras vidas, nuestra esencia, nuestro ser sin careta no podrá descansar y dicho atuendo tendrá que ser permanente.

Esta transformación ha corroído la presencia de lo sagrado (Arteaga, 2012, p. 91), de los valores, de la sensación de bienestar, y vinculando la profanidad cada vez más a la cotidianidad de lo social, creando un pánico moral por  las instituciones y los mismos medios de comunicación, hacia la libertad en internet, hacia la percepción de un libertinaje toxico para la sociedad, donde se crea una justicia paralela a la legitimada, teniendo  por ello la percepción de un instrumento ambivalente que puede ser utilizado por los desertores de la paz social, siendo necesario su control y vigilancia. Ya que el internet se convirtió en las calles por donde se transita para generar conocimiento y verdades sociales.

Ante dicho contexto se ha generado y legitimado, por medio del pánico moral, la creación de mecanismos de control que permean como medidas de seguridad, creando barreras para vivir en paz bajo un Estado pacifico, en el que “el poder de Estado se expresaría en la ley, concibiéndose (…) como un estado de paz impuesto a las fuerzas brutas, otras como el resultado de una guerra o de una lucha ganada por los más fuertes” (Deleuze, 1998, p.55), sin disenso, bajo un escenario puramente político; preponderando el papel del Estado-empresa como esencial, indispensable para vivir en una democracia, seguir el camino cristiano del progreso y consolidar un sistema del buen vivir occidental.

Este control puede ser creado o complementado a causa de los sismas sociales que crea el internet en cuanto a sus características de libre acceso y acción, instaurando rutas legales como extralegales abanderadas por el Estado, las empresas u organismos alternos con la finalidad de vigilar; lesionando en su mayoría derechos fundamentales de los ciudadanos que los mismos Estados ponderan como inviolables.

Los medios legales de control, se encuentran en las leyes secundarias, al ser corolario de políticas de seguridad que el Estado genera para legitimar la censura y control  a los espacios, que por sus características se encontraban ajenos al margen rector estatalizado. No así empresarial, ya que el espacio cibernético se encuentra ante un liberalismo de mercado que subordina intereses sociales a comerciales.

El control de los medios electrónicos, en concreto el internet, se presenta bajo otro discurso y otro medio, más la esencia es la misma que el autoritarismo, ya que al limitar la neutralidad de la red, establece medios de censura bajo el discurso de la seguridad nacional.

El control del internet, engrosa la lucha contra el criminal, no como sujeto que ha causado daño, sino bajo una concepción del daño que puede causar,  “el individuo debe ser considerado por la sociedad en razón de sus virtualidades y no tanto en razón de sus actos, de infracciones de hecho a una ley efectiva, sino en función de las virtualidades de comportamiento que esas infracciones representan” (Foucault, 1999, p. 42). El derecho renuncia cada vez más a lo que constituía privilegio del soberano, el derecho de matar,(…) en nombre de la razón, de la condición de vida, de una población que se considera mejor y que trata a su enemigo, no como un contrincante jurídico, sino como un agente toxico, una clase de peligro biológico.(Deleuze,1998).

Así el panóptismo, visto como la estructura arquetípica de la vigilancia de muchos por pocos, se ve bajo una sinergia con el sinóptismo, encargado de crear grupos, de estereotipar comunidades, para su debida exclusión por medio de los ejemplos implantados en la psique social por los medios de comunicación. Por ello en internet siempre formamos parte de un grupo, de un chat, de una comunidad que si bien aparentamos libertad, dicha libertad llega hasta que se crea lo anormal.

En nuestro Estado democrático, la vigilancia forma una parte sustancial de la construcción del mismo, al mismo tiempo que crea una definición de la idea de ciudadanía. Sin embargo los medios de control no son un sinónimo de democratización, pero en un mundo alterno como el cibernético el discurso de un control total aún tiene vigencia dentro de una democracia moderna.

Es así que el autoritarismo gubernamental, al no soportar el debate bajo los estándares discursivos del estado-moderno, encuentra en el internet un nuevo escenario, un nuevo instrumento por medio del cual se modifica el contexto, ampliando el dispositivo carcelario, sobrepasando la dominación corpórea y trascendiendo a la privacidad, ya no psíquica sino física.

Con las políticas de control y vigilancia de las telecomunicaciones, la esencia por la cual se creó el internet se pierde y se vuelve un  brazo más del control gubernamental, se vuelve la institución de control foucaultiano, transita por la evolución naturalmente inducida e las relaciones de poder de nuestra sociedad.

Lo nuevo de este Edipo rey es que aun a sabiendas que nos vigila pensamos que no alcanzan a controlarnos, porque en teoría no están allí.  Soy libre, hasta que el duopolio empresa-estado indique que lo que hice ayer, hoy ya no es civilizado, todo en nombre de la paz.

CONCLUSIÓN

Desde Foucault y bajo el discurso de una sociedad de control, subordinada a poderes elitistas, que se retroalimentan de los subordinados, que conforman el contexto social y coaccionan la libertad del individuo.  Nos enfrentamos  a una arquitectura intangible o en su defecto subjetiva, ante una arquitectura virtual pero igual de valida que la realidad física misma.

El control de la libertad de internet, del ejercicio del poder para controlar datos, actividades, grupos y personalidades ejerce un ataque directo al plano de la privacidad, lo único que nos queda de la esencia del individuo moderno, se convierten en centinelas de nuestros más profundos deseos , filias y sentimientos, nos vuelve cien por ciento visibles. La creatividad se vuelve una utopía, al no poder ejercer un acto sin la careta social puesta.

Así la lucha de hoy, ya no es por el control de nuestros cuerpos, que no tenemos, o el poder decidir qué hacer o no frente a la sociedad, que tampoco podemos, sino por la intimidad, por la definición de quienes somos como átomo de una sociedad.

El discurso de lo carcelario, del acto de ejercer el poder por medio de instrumentos, y la jerarquía de las instituciones como medio de subjetivación se observan, a nuestro parecer, más vigentes que en el siglo pasado, en cuanto las virtualidades utópicas de la literatura se vuelven cada vez menos ficción y más fundamento de lo político.

El internet es el dios creado, y como todo dios se debe usar para dicho fin, el de controlar y dominar por medio del miedo, miedo al conocimiento, miedo a la omnipresencia del otro, miedo a nunca más ser yo, porque ya  todos somos visible. Nos tocó crear el réquiem de nuestra privacidad, y el aleluya del yo-omnipresente.

FUENTES:

ARTEAGA Botello, Nelson. (2012). Vigilancia, poder y sujeto. Caminos y rutas después de Foucault. México D.F., México: Universidad Autónoma de México.
BALBIER, E., et al. (1998). Michel Foucault. Filósofo. España: Gedisa.
DELEUZE, Gilles. (1998). Foucault, Barcelona, España: Paidós Studio.
FOUCAULT, Michel. (1999). Estrategias de poder. Barcelona, España: Paidós.
________________, (2009). El orden del discurso, México: Tusquets.


*Estudiante de la Maestría en derecho con terminal en humanidades de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo [aldox2313@gmail.com]

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